Continuamos moviéndonos por
Birmania, aunque no con la libertad que nos gustaría. La junta militar prohíbe
que los extranjeros visitemos muchos lugares. Sólo nos enseñan lo que quieren
que veamos. Además, en diferentes partes del país se mantienen activos
diferentes conflictos armados que enfrentan a guerrillas étnicas separatistas
contra las tropas gubernamentales. Por no hablar de las zonas donde actúan los
narcotraficantes. Toda una maraña de dificultades que limitan nuestros pasos y que muestran la
complejidad de la realidad birmana.
Aún así, visitamos todo lo que
podemos. Tratamos de recorrer todos los lugares en bici, para poder mezclarnos
fácilmente con la gente, porque, sin duda, ellos son lo mejor de este país.
Aquí no es difícil poder interaccionar con la población. Son sencillos,
abiertos y disfrutan relacionándose con extranjeros. Por otro lado, son
extremadamente humildes y exageradamente generosos. Si paramos frente a la puerta de cualquier casa,
no dudan en invitarnos a pasar y darnos de comer, por supuesto, sin esperar
nada a cambio.
Si paramos frente a un grupo de
jóvenes que juegan al chinlon, es cuestión de segundos que redistribuyan los
equipos para que podamos participar.
Hasta algún desconocido nos ha pagado la comida en restaurantes o incluso el billete de bus.
Se antoja difícil imaginar
semejante actitud en nuestro mundo. Si alguna vez fuimos así, ¿cuándo y por qué
dejamos de serlo? ¿les ocurrirá a ellos lo mismo? Seguramente todo esté
relacionado con el hecho de haber sido un país cerrado. Ahora que está dejando
de serlo, probablemente se empaparán pronto de todo lo nuestro y perderán su
pureza. La presencia del turista, aunque
positiva para la economía de cualquier país, suele corromper los límpidos
espíritus de los autóctonos, sobre todo en los países pobres.
Es muy divertido
dar caramelos a los niños y disfrutar de su enorme sonrisa al recibirlos mientras se les toma una foto que luego enseñaremos a nuestros amigos. Pero no calculamos las terribles consecuencias de un acto tan inocente y bondadoso. Al principio, esos niños, no
pedían caramelos, ni siquiera los necesitaban. Ahora los pedirán cada
vez que vean a un turista. Empezarán a ver a los extranjeros como entes que regalan cosas. Lo siguiente ya no será pedir caramelos, si no dinero. Y al poco tiempo sus padres preferirán que
estén pidiendo en zonas turísticas en lugar de estar estudiando en la escuela.
Así se fomenta el comportamiento parasitario, el egoísmo y la búsqueda del
dinero fácil. Ellos acabarán siendo timadores de turistas y nosotros turistas
timados. Después nos quejamos de que siempre están pidiendo y tratando de
engañarnos.
Que el mundo da asco, lo
sabemos. Que nos da vergüenza tener tanto mientras la gente malvive como vemos
a diario, también. Pero es importante ser responsables con nuestros actos en
estos lugares y tratar de evaluar las consecuencias de ellos. Si se pretende
ayudar, hay mejores formas de hacerlo.
En una ocasión, cuando estábamos
en Nepal, caminando por una montaña, nos encontramos con que el camino se bifurcó y no sabíamos qué dirección tomar. Decidimos esperar a que
pasara alguien para preguntar. Al rato apareció un niño de unos siete u ocho años.
Tras consultarle, nos respondió que no nos indicaría el camino correcto si no
le dábamos dinero. Éste es sólo uno de tantos ejemplos.
Así es como gente más virtuosa
que nosotros se acaba convirtiendo en nuestra peor versión.
En Birmania, prácticamente ningún niño nos ha pedido dinero y ningún adulto nos ha intentado
estafar, pero ya empiezan a verse estos comportamientos en las zonas más
turísticas.
Los días transcurren entre
bonitos y tranquilos paisajes rurales, estupas doradas y gentes maravillosas.
Es curioso observar cada mañana
las largas hileras de monjes y monjas budistas que, ataviados con sus túnicas y
portando un cuenco bajo el brazo o una bandeja sobre la cabeza, recorren
las calles y cantan, mientras se detienen en restaurantes y comercios a la
espera de que sus propietarios depositen alimentos en sus recipientes.
Birmania es uno de los centros
del budismo mundial y cuenta con más de cuatrocientos mil monjes, monjas y
novicios. El templo es el centro de la comunidad en cualquier pueblo.
La mayoría de la población es budista y adoran a los nats, los espíritus originarios de su primitiva religión animista.
En Birmania, todos los hombres
deben ser monjes al menos una vez en su vida, normalmente en su infancia o
adolescencia, momento en el que aprenderán las escrituras sagradas. Muchas chicas también se convierten en monjas durante algún tiempo.
Hemos decidido hacer un trekking
por las montañas cercanas a Hsipaw para descubrir a gentes de minorías étnicas
que viven en aldeas alejadas. La montaña es dura, sobre todo por el terrible
calor. Aunque intentamos caminar temprano, es inevitable exponerse unas cuantas
horas al sol abrasador. Las aldeas que vamos encontrando a lo largo del camino
son realmente interesantes. Sus habitantes pasan el día cultivando té, cortando y transportando madera, reparando sus casas de bambú, etcétera. Aquí las condiciones de vida son
duras y precarias.
La gente, al vernos caminar, nos acoge en sus casas como si eso
fuera lo más normal del mundo. Para ellos el huésped es muy importante. Nos dan
de comer y no aceptan que les paguemos nada. No pretendemos fomentar
determinadas actitudes, pero tampoco queremos aprovecharnos de ellos, ya que
son realmente pobres, y nosotros somos tres personas comiendo. Tan sólo
intentamos darles lo que creemos que vale la comida. Hay que pelear para que lo
acepten.
En este país está prohibido que
los extranjeros pernocten en casas particulares, no interesa que tengamos mucho
contacto con los autóctonos. Pero en esta región parece que se hace la vista gorda,
posiblemente porque aquí la comunicación es prácticamente imposible. Es difícil
encontrar a alguien en las montañas que siquiera chapurree el inglés. Pero
nosotros lo hemos encontrado. Hemos conocido a un joven que abandonó la aldea hace cinco
años para trabajar en Malasia. Ha regresado porque prefiere vivir en la
montaña, ahora tiene dinero para reparar la vieja casa de bambú que
construyó su bisabuelo y para poder pagar los estudios a sus hermanas. Nos habla de la vida en la aldea, de las carencias sanitarias, de los problemas
de algunos jóvenes con el alcohol, del trabajo duro y de la
incomunicación durante la estación monzónica. Pero también nos habla de la paz, de la
tranquilidad, de la familia, de la ayuda mútua y de la sencillez de la
vida aquí.
Nos quedamos a cenar y a dormir
en su maravillosa casa. Su familia nos ha acogido con los brazos abiertos, es
gente increíble.
Tras tres días de trekking y después de haber compartido buenos momentos con los aldeanos, ponemos rumbo al Lago Inle. Contemplar la vida alrededor del lago
también es toda una experiencia, además el entorno es una maravilla. Pequeñas aldeas
reposan a orillas del lago rodeadas de canales, mientras que otras se elevan
directamente desde el agua.
Destilería de caña de azúcar
Es curioso observar los
diferentes sistemas de pesca y la extraña manera de remar de los pescadores que
desplazan el remo utilizando el pie.
Aquí también hemos descubierto
uno de esos antiguos y espectaculares lugares sagrados cuya visión es
impresionante.
La etapa birmana toca ya a su
fin. Pasamos los últimos días en Yangón con Ramón y David, disfrutando de los pocos víveres ibéricos que aún nos quedan.
Qué bonito desayunar con vuestro relato!, una forma maravillosa de empezar el dia, con la mente abierta y sintiendo envidia de la buena...
ResponderEliminarY el jamoncito!!! que hace tres meses que viaja con vosotros y éste es el de Castefa eh!
Habéis pillado el mejor momento de vuestras vidas i circustancias para tener esta aventura, felicidades!!! Quien sabe en un futuro...Mum
Quina sorpresa que he tingut aquest mati al, obrir el ordenador, no pensaba tindres noticies vostres tan aviat.Tot aixo es una aventura que mai podreu olvidar es una experiencia tan maca poder coneixe tantes culturas de la manera que vosaltres ho esteu fent, estem encantades amb els vostres escrits no us podeu imaginar com disfrutem cuand els llegim perque son autentics i sabem com esteu disfrutan perque conexem com sou. Endavant i que tingeu molta sort. Una abracada
ResponderEliminarCrec que haig d´anar de vacançes amb aquests birmanus. Pais i gent fantàstics pel que veiem.Llàstima la calor i la humitat
ResponderEliminarMolts petonets
babu
Hola chicos!!
ResponderEliminarPero que envidia dais a todos!!
Mi chica y yo estamos empezando a planear un viaje haciendo una ruta similar.
Con qué presupuesto contabáis?
Lo estáis cumpliendo u os está resultado más barato de lo que pensábais?
GRACIAS y SEGUID FLIPANDOLO!!!
Carlos
Hola Carlos,
Eliminarsi nos dejas tu email te mandaremos toda la información que necesites.
caminoaxibalba@hotmail.com
ánimo!
Rusia,Mongolia,China.Nepal,Birmania,Tailandia, Camboya....menuda aventura,experiencias y sigue....aprovechar con intensidad, que ya lo hacéis, cuidaros y seguir publicando que hay quién se conforma con leer y ver el blog, o sea yo, pero igual nos encontramos en algún lugar del mundo...ja,ja,ja.
ResponderEliminar/////HOLA MIS SOBRINOTES, ya veo que seguìs haciendo amigos a unque no habléis el mismo idioma, estáis muy guapos en las fotos, con las bicis tener mucho cuidado y con esas bandas de guerrilleros. Comer jamoncito que bueno y que bien os administrais la comida,me acaba de llamar la mama diciendome que acaba de hablar con vosotrs y que hay blog, a hora me pondré a verlo,muchos abrazos,besotes y cuidaros mucho.//////
ResponderEliminarTATA