Sin duda alguna, de todos los países visitados hasta el momento,
Nepal es aquel en el que la expresión religiosa se muestra de manera más
palpable. Aquí, especialmente el hinduismo, aunque también el budismo o la
combinación sincrética de ambas creencias, son motores verdaderamente potentes,
capaces de arrastrar a todo un país. No hemos pisado muchos lugares en los que
el fenómeno religioso ejerza tamaña influencia sobre la población.
Multitud de elementos sagrados
gobiernan permanentemente las vidas de estas gentes en las más diversas formas:
ofrendas diarias, templos diseminados por doquier, el omnipresente tika en la
frente, representaciones de múltiples deidades que ocupan posters y calendarios
en todas las viviendas y comercios, vehículos pintados con motivos religiosos, inmensas
estatuas sagradas, constantes celebraciones, normas de conducta, rituales, sacrificios,
etc.
Resulta fascinante. Cualquiera
que tenga una mínima inquietud antropológica, sociológica o psicológica puede
ocupar su mente y su tiempo durante una larga y enriquecedora temporada.
También es fácil saciar el hambre artística y estética. En ese sentido, aquí
hemos encontrado lugares sencillamente asombrosos.
Aunque también
existe otra realidad. Esa que se capta tras pasar un tiempo aquí y que resulta algo
inquietante y preocupante. Es esa parte que muestra la desmesurada dependencia
de la gente con respecto a las entidades divinas y la excesiva y permanente
influencia que éstas ejercen en todos los ámbitos. Quedamos asombrados ante la
inalterable e incesante perseverancia en las ofrendas, plegarias y rezos.
La gente reza y reza, pero la realidad
nunca les abandona, o quizás sí, quizás en ese pequeño lapso de tiempo, en ese
preciso instante de ofrenda y plegaria, porque ese es un momento de esperanza.
De manera que deben volver a rezar, y al día siguiente también, y cada día,
muchas veces, porque los momentos de rezo son momentos de esperanza. Y como la
propia palabra indica, esperanza es esperar, así que a esperar, porque es
importante tener algo que esperar. Esperar a que las cosas mejoren, y si eso no
ocurre, entonces, esperar que no empeoren. Porque siempre todo es susceptible
de empeorar, aunque en muchos casos, ya sólo falte que el cielo se desmorone
sobre sus cabezas. Pero como eso podría suceder y no sucede, hay que dar las
gracias, así que deben rezar más. De esta forma, siempre hay algo que agradecer
a los dioses. Si las cosas mejoran, porque mejoran, y si no mejoran, agradecer
que no empeoren.
Aquí se dan cita tres de las piedras
filosofales de la devoción: tradiciones arraigadas, pobreza e ignorancia. Éste
es uno de esos lugares donde la devoción es directamente proporcional a la
miseria. Y a la vista está que los dioses no se dejan caer mucho por aquí.
Como en muchas otras partes, la gente
prefiere las ficciones y los mitos antes que afrontar la crueldad de lo real. De
todas formas, aquí la tragedia está tan presente, que se hace comprensible que
no se quiera combatir sin ayuda divina. Aún así, dejar tanto en manos de los dioses
acarrea ciertos riesgos. Se corre el peligro de desvincularse de lo real,
sucumbiendo al tedio, al inmovilismo y a la eterna espera de una solución que
nunca llega. Ésta es una actitud frecuente y palpable.
Aquí también se piensa en la otra vida, en la reencarnación, en la existencia eterna y en la liberación del alma.
El ritual funerario es llamativo y sumamente interesante. Nosotros lo descubrimos en el fascinante templo de Pashupati, atravesado por el contaminado río Bagmati. Para el proceso de cremación, se eligen lugares cercanos al agua. El cadáver, que se considera fuente de impurezas, es lavado y envuelto en un lienzo tras un largo proceso ritual. Reposando sobre una camilla hecha con ramas de bambú, es trasladado por los familiares al lugar donde se procederá a su cremación. Allí, es depositado sobre una plataforma habilitada para tal efecto, y utilizando una gran cantidad de madera, el cuerpo del difunto es incinerado. Tanto los restos reducidos a cenizas como los que no, son arrojados al agua. Algunos de estos restos son lavados y guardados por los familiares, que los utilizarán en futuras celebraciones en memoria del fallecido.
La razón de destruir el cuerpo mediante el fuego, no es otra que la de inducir un sentimiento de separación del espíritu incorpóreo y alentarlo a su paso al otro mundo.
A nuestra visita al templo de Pashupati, no imaginábamos que íbamos a presenciar varios de estos rituales de una forma tan explícita. Llegamos temprano. El lugar, todavía solitario, se encontraba invadido por la bruma matinal, lo que acrecentaba el profuso misticismo que aquí subyace. Al acercarnos al río, observamos como varios cuerpos ardían en su orilla, rodeados de familiares en actitud ritual que vestían de blanco. Frente a ellos, en la otra orilla, otros familiares presenciaban la ceremonia a la vez que rezaban. Otros cadáveres, todavía carentes de rigidez, yacían cerca a la espera del fuego liberador.
Nuestras sensaciones eran intensas y contradictorias, sorprendidos por el tratamiento tan público y abierto que reciben este tipo de rituales, por la extraña atmósfera que emana de este lugar y por el intenso olor a carne quemada, que, por momentos, revolvía nuestro estómago.
Demasiados estímulos potentes que inducen a reflexionar en el por qué de la necesidad de creer.
Hola!
ResponderEliminarUn plaer llegir-vos de nou!
Això que m'expliqueu m'ha deixat reflexionant...
Us felicito per la crònica!
Fins aviat!
Hola!
ResponderEliminarSí, es curiós lo religiosos que són en aquests llocs tan pobres del món on sembla que ja hi ha poca esperança. Els enterrement també xoca com es fa tan diferent a nosaltres i a la vegada tan igual. Suposo que al final només ens queda la creença davant de tants misteris i tanta incomprensió.
Us trobem a faltar i us seguim atentament.
Un petó enorme des de Barcelona.
Toni&Mariona
ResponderEliminarHola guapos! M'agradat molt la vostre crònica,realment xoca molt tantes cúltures diferents convivint , cada una dins les seves posibilitats,però dins de la més gran pobresa saben trobar l'agraiment i la esperanca d'un demà millor.
Molts petons i abracades.
By, by!
ResponderEliminarL'adeu místic del Nepal, no n'hi ha per menys després de dos mesos i mig envoltats d'un paissatge tan religiós. Ja és cert que en els països pobres s'aferren més a les seves creences, però és que hi ha una sèrie de gent que els convé mantenir al poble distret i ells omplir-se les butxaques. A tot arreu és el mateix, per uns la religió, per altres el futbol, i així anemmm....
Vull empendre el vol i m'estabello contra terra... Ò és millor ser feliç i viure en la ignorància?
Petons i fins aviat...........Mum
/////HOLA MIS TESOROS, ¿Que si hay vida antes de la muerta? Si y para muchos una vida muy injusta,
ResponderEliminarcre que estas personas tienen vida una vez muertas por que dejan de pasar penurias y sufrimientos que en cuentran la paz cuando ya no estan en este mundo, por eso rezan a los dioses para estar junto a ellos, pero a su manera son felices en esta vida. Tiene que impresionar ver quemar a la personas, que estomago que teneís, esos crematorios a la vista de todo el mundo yo no podria.Que mas deciros las fotos y los comentarios son fantásticos , ya veo que hay nuevo blog de los niños ahora me pondré a leerlo ya estoy impaciente,lo del mapa que guay tenéis visitas de todo el mundo.Muchos MUUUUUAAAAASSSSSSS.
TATA
POSDATA, acabo de hablar con el papa ya se que a veis hablado con ellos.